martes, 29 de septiembre de 2015

Agosto en 77 palabras


El último rayo de luz del mes de Agosto se esfumaba entre sus dedos al mismo ritmo, vertiginoso y febril, de aquel cigarrillo posado en sus labios. Aquellos en los que tan a gusto había estado posada yo.
            El otoño, siempre triste, llegaba a regañadientes sabiendo que no era deseado. “Haremos el verano algo más largo” me susurró mientras el disgusto al despedirnos quebraba sus ojos. Sonrió levemente y huyó con el humo de la última calada.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Literature

          No se como explicar lo que siento cuando escribo. Cuando la tinta plasma en el papel mi alma en verso. Cuando las palabras se unen para formar la prosa que fluye de mis dedos.
          No sé si lo que escribo es bueno o malo, si es digno de llamarse arte o es simple basura o si de verdad llegaré a dedicarme a esto, que es lo que más ansío. No lo sé. Lo único que sé es que me encanta escribir. El resto me sobra aunque he de reconocer que me hace infinitamente feliz que a alguien le guste lo que hago.
          Cuando empiezo a escribir, miles de mariposas revolotean en mi estómago como si esa primera palabra que inicia cualquiera de mis frases se pudiera parecer en algo a un beso, de esos que te ponen nervioso y hacen que te derritas lento.
          La literatura tiene eso que marca los romances trágicos. Es perfecta pero te mata poco a poco. Quien ama la literatura debe saber que su amor nunca será recíproco. Quieras o no quieras, con cada palabra, un pedacito de tu alma queda preso en ese texto, que lleva más de ti que tu mismo. La literatura es egoísta, no ama a nadie y es difícil, pero creo que haberla encontrado a sido uno de mis grandes logros, pues la alegría que te da hacer lo que amas no tiene precio. Pasará un tiempo hasta que alguien llegue a ver tu pequeña obra. Habrá obstáculos y por supuesto no a  todo el mundo le gustará lo que haces pero deberías darte por satisfecho si al final de tus días a una persona le parece brillante.
          Ojalá llegue el día en que pueda vivir sólo de la literatura. Sé que suena utópico pero sería bonito, ¿no?

lunes, 7 de septiembre de 2015

Este compendio de locura que lleva mi nombre

         La gente cree conocerme. Creen que por saber cuál es mi color favorito, el día de mi cumpleaños o qué estudio, ya saben todo de mi; que ya saben como soy. ¿Cómo van a conocerme si ni yo misma me conozco? ¿Cómo? Si lo que hoy me gusta mañana me aburre. ¿Cómo? Si en lo que hoy creo mañana se vuelve falacia y al día siguiente creencia de nuevo. ¿Cómo? Si ni yo misma confío en mí. Estoy en un continuo cambio.
          Hay días en los que no soporto que la gente actúe como si ya lo supiera todo de mí, como si no hubiera necesidad de escarbar más, de encontrar algo distinto que no parezca propio de mí pero que sea enteramente mío. Algo que llegue a sorprender. No se. A veces necesito saber que no soy como creen que soy. Otros días me gustaría que alguien llegase hasta el fondo de lo que soy por primera vez. Alguien que crea que vale la pena conocerme de verdad.
          No quiero que me pongan etiquetas. Me niego a dejar que me coman la  cabeza, haciéndome creer que todo lo que piensan de mí es de verdad lo que soy; que lo que ven desde fuera y es tan notorio sea lo único que hay. No quiero que pongan nombres a mis actos o a mis pensamientos. No deseo ser la chica tímida, enferma, débil y cobarde que todos ven. No digo que no sea todo eso, pero sé que no es lo único que hay en este compendio de locura que lleva mi nombre.
          No me conozco y no creo que llegue a conocerme. Tengo una historia que intento desesperadamente cambiar. Tengo sufrimientos a los que no me quiero aferrar. Huyo del dolor, como la mayoría, intentando salir a flote. Estoy confusa. ¿Qué hay que hacer cuando el vacío de tu pecho es tan grande que te impide respirar? ¿Qué se hace frente a la impotencia o al miedo? ¿Cómo hay que actuar cuando ese gran peso sobre tus hombros vuelve a oprimirte hasta asfixiarte? Dime. De verdad, estoy tan perdida que tengo miedo de encontrarme, sin querer, con mi reflejo en este caos y que me de una bofetada de pesimista realidad. Miedo de estar yendo por el camino incorrecto. Miedo de que no haya respuestas que me valgan. Por favor, háblame. Estoy desesperada. ¿Qué hago? Nadie más quiere ayudarme.
          Demasiadas veces me has dicho que confíe en ti. Pero ¿Cómo confiar en alguien cuando todos te fallan? Quieres que me aferre a mi cruz, que me sujete a mi dolor. Eso suena tan contradictorio... Pero tú lo hiciste por mí, ¿no?. Debería poder confiar en ti pero tengo miedo, ya lo sabes. Sólo espero que tú no me falles...